Que Dios te juzgue, te castigue o te perdone,
que el sol te abrase o te niegue su calor, y que
la estrella que radiante te persigue, brille más fuerte
o se apague, sólo Dios.
A Dios le dije, muchas veces, ya mis quejas,
lo que me duele, tus infamias y mi amor,
viví el milagro, ya tu amor reír me deja,
si tengo fuerza pa' olvidarte, sólo Dios.
Te di del alma lo más grande y más preciado:
mis sentimientos, mi fe, mi devoción,
y hasta la vida, sin pensarlo, hubiera dado,
que, al fin y al cabo, ya había dado el corazón.
Ya ni te sueño ni llorando me desvelo,
de vez en cuando tu recuerdo es un fulgor, ´
ni te maldigo, ni castigo pido al cielo,
se está muriendo, con tu amor, este dolor.
Ni te perdono, ni te odio, ni te quiero,
ni creo que el mundo, como ayer, es de los dos,
la paz del alma no se compra con dinero,
la paz del alma la regala, sólo Dios.