Todo en ella encantaba,
todo en ella atraía
su mirada, su gesto,
su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia
de su boca fluía
Era llena de gracia,
como el Avemaría.
¡Quien la vio,
no la pudo ya jamás olvidar!
Ingenua como el agua,
diáfana como el día,
rubia y nevada
como Margarita sin par,
el influjo de su alma
celeste amanecía...
Era llena de gracia,
como el Avemaría.